Dietas blandas y sus clases
El desayuno es una comida fundamental y por ello debería concentrar el 20% de la energía diaria necesaria. En el caso de la dieta blanda, se trata de una fase dentro de una dieta progresiva, es decir, una de las etapas que se atraviesa la evolución de una enfermedad hasta que se pueda restablecer la dieta normal. Esta dieta está indicada en los casos que requieran de una adaptación nutricional lenta y paulatina. Las dietas progresivas suelen indicarse a pacientes a los que se les acaba de intervenir quirúrgicamente, por lo que son muy utilizadas a nivel hospitalario. Estas dietas están pensadas sólo para situaciones de recuperación, ya que su mantenimiento prologado podría provocar carencias nutricionales.
Las dietas progresivas constan de cinco fases: dieta absoluta, dieta líquida, dieta semilíquida, dieta blanda y dieta basal (normal). La blanda cubre los requerimientos nutricionales del individuo y contiene alimentos con textura blanda o puré, de fácil digestión, bajos en grasa y controlados en fibra. Por otro lado, la dieta blanda mecánica es un tipo de dieta terapéutica que se incluiría en las dietas con modificación de textura. En este grupo se incluyen las dietas con un valor calórico normal y un contenido nutricional completo, pues se caracterizan sólo por cambiar la consistencia de los alimentos. Podríamos decir que estas dietas se basan en adaptar dieta normal equilibrada) a la textura adecuada. A diferencia de las dietas líquidas o semisólidas, las dietas con textura modificada no son dietas progresivas, es decir, no se adapta la dieta a la fase de recuperación del paciente, sino que se trata de dietas terapéuticas indicadas en ciertas enfermedades de la deglución y/o masticación.
Las dietas más habituales con textura modificada son la dieta triturada o túrmix, en la que se pasa todo por la batidora para hacerlo puré, típica de gente mayor, y la dieta blanda mecánica, que consiste en seleccionar entre los alimentos de la dieta basal aquellos de textura más blanda de manera que se puedan comer con poco esfuerzo en la masticación, es decir, que se puedan triturar fácilmente. Está especialmente indicada cuando los músculos de la cara están debilitados, hay dificultad para tragar, se ha pasado por cirugía maxilar o se han perdido todos o algunos dientes. Son casos en los que la capacidad de digestión permanece intacta, por lo que no hay que echarle una mano extra. A diferencia de las dietas progresivas, las dietas de textura modificada no implican una progresión de los alimentos según la evolución del paciente. Se pueden mantener a largo plazo, ya que son dietas completas y nutricionalmente equilibradas. Están indicadas para la alimentación de los pacientes que tienen alterada, en mayor o menor grado, la función de masticar o la capacidad de deglución. Ante úlceras en la boca o mucositis en la lengua y encías, se deben evitar los alimentos ácidos como los cítricos y el tomate, y también los alimentos muy calientes y muy condimentados. En pacientes con alteraciones más graves de la boca y el esófago, en que la alimentación convencional por vía oral no es suficiente, se complementará con suplementos de nutrición enteral o a través de sonda nasogástrica.
Qué comer y qué no comer
Hay muchos mitos sobre el desayuno que conviene derribar antes de diseñar el nuestro para una dieta blanda, que será el que nosotros queramos, dentro de las recomendaciones. No hay tal cosa como el “desayuno ideal“. Pese a lo que se suele decir, el desayuno no es la comida más importante del día: es igual que la comida, la merienda, o la cena. Ni más, ni menos. El desayuno debe estar siempre planificado, lo ingiramos nada más levantarnos, después de darnos una ducha o tras varias horas, porque comer lo primero que pillamos suele acarrear consecuencias negativas.
Dentro de los alimentos recomendados encontramos, en el grupo de los lácteos, casi todos: cremas, flan, leche, queso fresco, requesón y yogur. De las comidas arinosas, arroz, legumbres, pan blanco de molde, pasta, patata, sémola. Los alimentos proteicos, aunque no son tan habituales, se pueden desayunar también: canelones, carne picada (hamburguesas y albóndigas), croquetas, muslo de pavo o de pollo hervido, pescados sin espinas y tortillas. Las verduras habrán de ser blandas y cocidas o en puré. Podemos consumir fruta fresca que esté madura y sin piel, al horno, cocida o en zumo. No hace falta que nos privemos del aceite de oliva, el dulce de membrillo, la mermelada, la mantequilla, la miel o las salsas.
En una dieta blanda son poco recomendables, y menos para desayunar, el queso curado, los cereales integrales y sus derivados, las patatas fritas, los huevos duros, el marisco, los pescados espinosos, la carne empanada, a la plancha o rebozada, las verduras crudas, las frutas inmaduras, los frutos secos, la pizza y en general las comidas secas y duras.