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¿Qué es?
Como su propio nombre indica, la dieta paleolítica (muchas veces llamada “paleo”) consiste en comer lo mismo que estaba al alcance de nuestros antepasados de aquel periodo histórico: alimentos completamente naturales, sin procesar. Di hola a todo lo que se pueda recolectar o cazar y adiós a los dulces industriales, el pan o la pasta y, lo mejor de todo, a contar calorías.
Aunque la civilización ha avanzado mucho desde el Paleolítico, nuestro cuerpo apenas lo ha hecho desde entonces: genéticamente, seguimos siendo prácticamente los mismos. Además, los humanos antiguos no padecían muchos de nuestros males: sobrepeso, enfermedades cardiovasculares, diabetes… Cierto es que no vivían tanto como nosotros, pero ello es debido a que no disfrutaban de las ventajas de la Medicina moderna ni de la seguridad de vivir en ciudades cómodas y confortables y no en cuevas donde los podían atacar los osos.
Estudios recientes han indicado que en la dieta paleo se pierde más peso que en otras, aumenta la tolerancia a la glucosa y mejora en general la salud.
Principios básicos
La dieta paleo no es inamovible: se puede adaptar según las necesidades nutricionales y las características personales de cada uno. Sí que hay una serie de alimentos que están desterrados; en general, todos los alimentos que hayan sido procesados. En primer lugar, el azúcar refinado y todo lo que lo contenga (zumos industriales, pasteles, dulces en general…). después, el pan y la pasta. Dentro de las legumbres, los cacahuetes, los frijoles y las lentejas. Los productos lácteos desnatados. Dentro de los aceites, el de girasol, el de maíz y el de soja. Las grasas trans (por ejemplo, la de la margarina) están proscritas, así como los edulcorantes artificiales (en su lugar podemos emplear estevia) y comida con aditivos extraños.
Hay que leer muy bien la etiqueta antes de comprar, pues no todo lo “orgánico” o “ecológico” anunciado como tal ha dejado de ser procesado. Regla de oro: si se ha hecho en una fábrica, no te lo comas. En cuanto a las bebidas, el agua es la base de esta dieta. También están recomendados el té (sobre todo el verde) y el café. Siempre bebidas naturales.
Esta dieta ha ido evolucionando con el tiempo y se han ido introduciendo variaciones. Por ejemplo, en algunas opciones se tolera comer mantequilla y arroz o beber vino y tomar chocolate negro en pequeñas cantidades. Sobre todo, es una guía de vida más que un programa estricto.
Si nos entra el gusanillo entre comida y comida, o a media mañana, se puede tomar algún tentempié natural, como almendras, frambuesas, huevo cocido, rodajas de manzana, nueves, pepino o zanahorias baby.
Día 1. Desayuno: tazón de fresas y nueces con leche de coco. Comida: ensalada de lechuga, repollo morado, pollo y tomate aderezada con vinagreta. Merienda: ayote relleno de carne bañado en salsa de tomate. Cena: una pera y nueces de macadamia.
Día 2. Desayuno: naranja, patata rallada y tortilla francesa con brócoli y jamón. Comida: ensalada de frotas y sopa de pollo y verduras. Merienda: pechuga de pavo y palitos de apio y zanahoria. Cena: berenjena con zucchini y lomo al tomate asado.
Día 3. Desayuno: Huevo cocido y salmón ahumado. Comida: Ensalada de lechuga, atún, manzana y nueces. Merienda: Pipas de girasol y una manzana. Cena: Estofado de carne y verduras, con helado de leche de coco de mostre.
Día 4. Desayuno: Huevos revueltos con tocino y ciruelas. Comida: palitos de batata a la francesa y muslos de pollo a la paprika. Merienda: batido de leche de coco, piña y papaya.
Día 5. Desayuno: ensalada de almendras y frutas. Comida: manzanas al horno y ensalada Cobb sin queso. Merienda: moras y fresas con leche de coco. Cena: yuca cocida, judías verdes con setas y lomo de cerdo con hierbas.
Día 6. Desayuno: toronjas y salchichas de cerdo. Comida: bocadillo de camarones con verduras y ensalada. Merienda: tiras de carne frita y verduras.
Día 7. Desayuno: huevos con tomate y espinacas y sandía. Comida: cordero a la parrilla y coliflor con zanahorias. Merienda: verduras crudas con guacamole. Cena: tajine de pollo con puré de patatas.
Inconvenientes
Algunos expertos creen que la dieta paleolítica no es aplicable a la gente de hoy en día, puesto que nuestros hábitos de vida, y sobre todo de movimiento, son muy distintos de los de nuestros ancestros del paleolítico, además de sobrecargar los riñones, ser pobre en calcio, no adelgazar siempre y encontrarse desequilibrada en general, sobre todo por exceso de proteínas. Aunque, resaltan, no tiene por qué ser perjudicial si está diseñada a conciencia por un profesional de la Nutrición.
